jueves, 29 de noviembre de 2007

De la moda, lo que acomode... a tu autoestima y conciencia

El modo de vestirse de una mujer refleja parte de su "yo profundo", de su interioridad y es algo que definitívamente prueba que hembra y varón, somos diferentes; por eso, cuando el hombre se viste, se cubre el cuerpo; pero cuando la mujer se viste, descubre su alma.

¿Te animas a mejorar la moda y las costumbres de tu entorno sin ceder a las presiones del ambiente relajado en que trascurre la mayoría de adolescentes en la épocva actual?

El modo de hablar, de vestir, de moverse, tiene mucho que ver con lo que llevamos dentro y, muy copntrario a lo que pudieras pensar o exigir con aquello de "respeto a tu individualidad", cuando algún mayor te haga alguna observación sobre tu evestimenta, lo cierto es que la mayoría de las veces "la moda" nos hace masa, y así está planeado por los poderosos de nuestro bello planeta Tierra.

Tú puedes ser una mujer noblemente rebelde, de una pieza, si a la "Moda" le añades: "lo que acomoda" sin dejar de custodiar tu alma y tu cuerpo. Así no serás una más: serás mujer que sabe distinguirse por su elegancia, por du femineidad y por su decencia y autoestima.

Somos diferentes al varón. La mujer debe conocer la diferencia natural de percepción del hombre, distinta de la percepción de la mujer. Debe conocer muy bien la diferencia entre ser usada (mujer-objeto: "qué buena estás") y ser amada ("qué guapa eres").

La mujer tiene habilidad, arte y condiciones para emplear la moda como medio de limpieza en la sociedad. ¿Te animas? No por algo la Reuna de todos los cielos es una mujer: María, la virgen madre del niñito Jesús.

La intimidad corporal en la moda actual está desprotegida: deja ver demasiado del cuerpo. Un vestido que subraya el sexo contribuye a encubrir el valor de la persona y a resaltarla como objeto de placer.

El desafío es ir contra corriente, para eso tenemos que cuidar el pudor.

¿Qué es el pudor?
El pudor es la inclinación natural a cubrir el cuerpo para protegerlo de las miradas morbosas. Nos hace más dignas, más dueñas de nosotras mismas. Mas valiosas a nuestros propios ojos lo que al final, debiera ser lo más importante.

La falta de pudor consiste en llevar la ropa ajustada, la falda corta, usar escotes que dejan ver más de la cuenta, mostrar nuestros pechos; a veces la mirada se va a la cintura –al ombligo- en vez de irse a los ojos, considerados "espejo del alma", y eso no debiera hacernos felices, sobre todo si lo que de verdad buscamos es amor.

La mujer con pudor llegará a ser más dueña de sí. El pudor es la inclinación a mantener oculto lo que no debe ser mostrado, a callar lo que no debe ser dicho, a reservar a su verdadero dueño el don para aquel a quien se ama y nos ama. De lo contrario caeríamos en un círculo vicioso, solo movido por las fuerzas de la lujuria insana.

Una desnudez es impúdica cuando no es de nadie y al mismo tiempo es de todos: disponible para quien la quiera. La ropa que deja ver la ropa interior, no es elegante y si nó, fíjate que mujer culta, inteligente y socialmente valorada las anda mostrando por ahí.

La princesa Letizzia por ejemplo, es una mujer joven y bella, elegante y moderna, pero no anda con el ombligo ni los tirantes del brasier de fuera.

Quien no siente necesidad de ser pudoroso, carece de intimidad, y vive en la frivolidad.

Los varones también se dejan arrastrar por las modas. Se les ve con el pelo parado en puntas, con el piercing o perforación. Ciertamente no son ni se ven más guapos así, y sí son más vulnerables de lo que imaginan.

¡Tú vales mucho, mucho! Más de lo que piensas, aunque hayas tenido caídas, aunque tengas defectos. ¡Vales mucho! Procura que te traten como lo que eres: una gran persona. Y cerciórate de que nadie abusa de tí ni económica ni moral ni socialmente, con el traído cuento de la moda.

¡Quiérete, por favor¡